“¡Ahí te quiero ver cerdito mío, de rodillas! Vas a limpiarme las botas con la lengua, la suela también, por supuesto. Así me gusta, que sueltes el dinero de 50 en 50, buen perrito. Veo que no paras de mirarme el culo…¿Otros 50 más? Bien, como veo que te estás portando bien, me limpias las botas y te sientes dominado voy a ponerme los billetes en el bolsillo trasero del pantalón ¡Puede que esto te ponga caliente!”
Un esclavo obediente
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